miércoles, 8 de marzo de 2017

CRISTIANISMO VS ISLAM

INVASIONES GERMÁNICAS

               El ingreso masivo al Imperio Romano se produjo en siglo V, a causa de la presión de los Hunos, un pueblo asiático de origen mongol, que habitaba en las estepas del Norte del Mar Negro y que bajo la jefatura de Atila, apodado “el azote de Dios”, se había convertido en un símbolo de terror y devastación.
            Los atemorizados germanos presionaron para ser acogidos al interior del Imperio. Las autoridades romanas admitieron a los visigodos y se comprometieron a entregarles tierras a cambio de colaboración en la defensa de las fronteras. El no cumplimiento de esta promesa desató la rebelión de los visigodos y con ellos, de otros pueblos germanos, quienes iniciaron una invasión violenta que terminó con el Imperio Romano de Occidente.




miércoles, 15 de febrero de 2017

CISMA DE OCCIDENTE Y LOS PAPAS DE AVIÑÓN



       El Cisma de Occidente (1378-1429) fue sin duda uno de los sucesos más lamentables de la historia del cristianismo, una crisis religiosa que salpicó a todos los países católicos que tuvieron que posicionarse sobre el problema.

Urbano VI
     Se produce cuando a la muerte en el año 1378 de Gregorio XI -que había trasladado a Roma la sede papal desde Aviñón-, los cardenales romanos eligieron como sucesor al italiano Urbano VI. Un colegio de cardenales disidentes se opusieron al candidato romano y proclamaron a Clemente VII (el cardenal Roberto de Ginebra) que instaló su sede de nuevo en Aviñón, lo que originó la división en el seno de la Iglesia. Los dos papas electos se excomulgaron el uno al otro y el Cisma quedó abierto.

Clemente VII
      La oscuridad del problema estaba en que la clave de la legitimidad de uno u otro papa dependía de algo tan difícil de comprobar como la validez de la elección de Urbano VI. Se trataba, en suma, de dilucidar si la presión popular había influido en el ánimo de los cardenales hasta el extremo de privarles de libertad y hacer inválida, en consecuencia, la primera elección. Y todo dependía de una circunstancia imposible de establecer con certeza, como era la influencia que había tenido el miedo en el voto del Sacro Colegio. La confusión creada por el Cisma hizo que la cristiandad se escindiera y los reinos se adhiriesen a una u otra “obediencia”. Sucedió así hasta con los propios santos, y mientras Santa Catalina de Siena se mantuvo al lado de Urbano VI, San Vicente Ferrer militó en la “obediencia” al papa Clemente.

Benedicto XIII
       El sucesor de Urbano VI, fue Bonifacio IX, quien ocupó el cargo entre los años 1389 y 1404, y el de éste, Gregorio XII (1406-1415). El de Clemente VII, fue Pedro de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII. Un grupo de cardenales romanos y otros aviñoneses resolvieron entonces celebrar un concilio para poner fin al Cisma. El concilio, reunido en Pisa en 1409, declaró depuestos a los dos pontífices reinantes y eligió un nuevo papa, Alejandro V. Pero esta elección, lejos de poner remedio, no hizo más que aportar un nuevo elemento de confusión: los papas de Roma y Aviñón rehusaron abdicar, con lo que la cristiandad quedó dividida no ya en dos, sino en tres obediencias. Se había llegado a una situación límite, y ante ella tomó cuerpo la idea de que tan sólo un concilio universal sería capaz de resolver la crisis de la Iglesia. Esta idea encontró un entusiasta valedor en el recién elegido emperador alemán Segismundo, que consiguió convocar el concilio ecuménico de Constanza.

Martín V
      Segismundo y Juan XXIII (sucesor de Alejandro V) protagonizaron una contienda que terminó con la huida del papa, que una vez capturado terminó en prisión el 29 de mayo de 1415.
Gregorio XII renunció y se depuso a Benedicto XIII el 26 de julio de 1417 acusado de hereje, el último de los tres papas que continuaba en el mando.
El desenlace definitivo se produjo el 11 de noviembre de 1417, cuando fue elegido como único papa Odo Colonna, a partir de entonces Martín V, quien se mantuvo como jefe supremo de la Iglesia hasta 1431.

CISMA DE ORIENTE

        En el año 1054 finalizó un largo proceso de separación entre las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente. El motivo de la ruptura fue la cuestión de la fidelidad al papado de Roma. En Occidente, la autoridad eclesiástica suprema correspondía al Papa, obispo de Roma, quien había sido legitimado a través del apóstol Pedro por boca del mismo Cristo. Por el contrario, en Oriente la autoridad residía en un episcopado integrado por todos los obispos. El conflicto, no obstante, era una diferencia más en una larga cadena de desencuentros que separaban cada vez más a ambas Iglesias. 
Las diferencias tenían su raíz más profunda en el carácter cultural diferente de los Imperios romano occidental y oriental, empezando porque el primero era de habla latina y el segundo griega. La división lingüística y cultural se vio acentuada por una larga serie de controversias doctrinales, incluida la discusión sobre la naturaleza dual de Cristo -humana y divina- o la cuestión de la devoción a iconos, es decir, imágenes de Cristo, María o los santos. En el siglo VIII surgió en Oriente un movimiento denominado iconoclastia, es decir, destructores de imágenes, que consideraba una idolatría el culto a las imágenes en las iglesias. Progresivamente este movimiento fue ganando poder, siendo muchas las imágenes destruidas. Sin embargo, sus contrarios, los iconólatras, acabaron por invetir la tendencia, afirmando que las imágenes eran, más que objetos simbólicos, elementos sagrados, capaces por tanto de conferir la gracia divina a los devotos. Esta última actitud no fue aceptada por Occidente. 
Estas cuestiones, que separaban a las Iglesias de Occidente y Oriente, forjaron el cisma definitivo del año 1054, cuando la comunidad bizantina del sur de Italia se negó a rendir homenaje al Papa León IX. Este hecho ocasionó una fuerte discusión entre ambas Iglesias, conflicto que finalizó con la excomunión de la Iglesia Oriental, que respondió de la misma forma. Pese a que ha habido varios intentos de reunión, lo cierto es que ésta nunca se ha producido.


LAS CRUZADAS

         Fueron expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes. Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas que van desde 1270 hasta incluso 1798, cuando Napoleón I conquistó Malta a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, una orden militar establecida en esa isla durante las Cruzadas. El vocablo cruzada (de ‘cruz’, el emblema de los cruzados) se aplicó también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral. Así, en España, los alzados contra el gobierno republicano en 1936 pronto denominaron a la guerra iniciada por ellos mismos (1936-1939) Cruzada, por considerar que su objetivo era vencer el ateísmo.
                                                                                  


La primera cruzada 1095-1099
La segunda cruzada 1147-1149        Latercera cruzada1189-1192
La cuarta cruzada 1202-1204
La cruzada de los niños 1202-1202 

La quinta cruzada 1218-1221
La sexta cruzada 1228-1229
La séptima cruzada 1248-1254
La última cruzada 1270-12??

Consecuencias De Las Cruzadas

         La expulsión de los latinos de Tierra Santa no puso fin a los esfuerzos de los cruzados, pero la respuesta de los reyes europeos y de la nobleza a nuevas convocatorias de Cruzadas fue débil, y las posteriores expediciones se llevaron a cabo sin ningún éxito. Dos siglos de Cruzadas habían dejado poca huella en Siria y Palestina, salvo numerosas iglesias, fortificaciones y una serie de impresionantes castillos, como los de Marqab, en la costa de Siria, Montreal, en la Transjordania, el krak de los Caballeros, cerca de Trípoli y Monfort, cerca de Haifa (Israel). Los efectos de las Cruzadas se dejaron sentir principalmente en Europa, no en el Próximo Oriente. Los cruzados habían apuntalado el comercio de las ciudades italianas, habían generado un interés por la exploración del Oriente y habían establecido mercados comerciales de duradera importancia. Los experimentos del Papado y de los monarcas europeos para obtener los recursos monetarios para financiar las Cruzadas condujeron al desarrollo de sistemas de impuestos directos de tipo general, que tuvieron consecuencias a largo plazo para la estructura fiscal de los estados europeos. Aunque los estados latinos en el Oriente tuvieron una corta vida, la experiencia de los cruzados estableció unos mecanismos que generaciones posteriores de europeos usarían y mejorarían, al colonizar los territorios descubiertos por los exploradores de los siglos XV y XVI.

CARLO MAGNO Y LOS ESTADOS PONTIFICIOS

       Reciben la denominación de Estados Pontificios los territorios italianos sometidos a la soberanía temporal del Pontificado, que, entre diversos probremas contribuyeron, durante una época caracterizada por el enfrentamiento entre monarquías y naciones, a garantizar la independencia y autonomía espirituales de la sede romana.
       Al producirse el derrumbamiento del Imperio romano de Occidente, la comunidad cristiana de Roma y su cabeza, el Papa, poseían amplios territorios extendidos por diversas regiones (Italia, Dalmacia, Galia meridional, África del norte) constituyendo el llamado Patrimonium Petri. Las riquezas extraídas de su utilización y la explotación de estos bienes eran considerados como patrimonio de los pobres y se destinaban primordialmente a obras asistenciales y benéficas y al sufragio de las necesidades del mantenimiento del culto y sus ministros.

 Los territorios donados al Papado
   Sobre tal vasto conglomerado territorial el Papado no se irrogaba por aquel entonces ningún título ni atributo de soberanía política. Con el paso de los años, se rompieron los vínculos más o menos amistosos que unieron a Roma con los lombardos (habitantes de la península Itálica)
 Surgieron entonces unas excelentes relaciones entre el Papado y la denominada con posterioridad monarquía carolingia, (el Papa Esteban II concedió a Pipino el Breve la dignidad de Patricius romanorum, por la que quedaba constituido en defensor de la Iglesia romana). El Papa solicitó a forzar a los lombardos la entrega de los territorios anexionados. Concluidas felizmente para las armas de Pipino las campañas emprendidas con tal fin, el monarca francés hizo entrega al Papado en el año 756, de las comarcas disputadas (el ducatus romanus, el exarcado y la Pentápolis). Con este acto nacieron los Estados Pontificios.
 Los estados pontificios y el Imperio carolingio.
Al vencer definitivamente a los lombardos y anexionarse su reino, Carlomagno confirmó la donación hecha por su padre a Roma e incluso amplió la extensión de sus dominios, aunque algo más tarde se retractara de su decisión inicial y recortara considerablemente las dimensiones de aquéllos.

  Temeroso el Papa León III de su posible expulsión de Roma por algunos clanes nobiliarios romanos, solicitó el socorro de Carlomagno. Éste llegó a Roma y en la Navidad del año 800,  fue coronado como Emperador de Occidente por el Papa.

      Pipino el Breve, rey de los francos, dona a Esteban III,mediante su legado, las provincias   del Exarcade y de la Pentápolis que habían sido sustraídas a Astolfo, rey de los  longobardos.

 Con esta actuación de León III se sentaron las bases de una peculiarísima situación, configurada por el reconocimiento del Papado al Imperio de la soberanía temporal (incluso sobre el Patrimonium Petri) y la decisión del Imperio de reconocer en la Iglesia la fuente de toda potestad y poder terrenos.